El Piano - Autora: Mariadel
En uno de los teatros más importantes del país había un piano considerado patrimonio cultural. Solo lo habían tocado los mejores pianistas del mundo, y únicamente se sacaba para ocasiones muy especiales. Aquella era una de ellas: se celebraba el fin de una guerra cruenta.
Se había elegido a un pianista por su extraordinario currículo, pero fue una gran equivocación. El hombre se había quedado trastornado por la guerra, aunque él no lo sabía.
Empezaron los ensayos y la cosa no iba bien. Los ataques de furia del pianista los pagaba con el instrumento: le daba patadas, golpeaba las teclas. Las personas que estaban allí no daban crédito, hasta que el director se acercó y le advirtió:
—Si no te tranquilizas, no podrás tocar este piano. Es una joya. Nunca hemos visto a ningún músico tratar a un instrumento como tú lo estás haciendo. Los instrumentos son compañeros: tiene que haber sintonía entre los dos.
El pianista se disculpó, y le asignaron otro piano para ensayar.
Llegó el día de la función. El teatro estaba lleno. Todo el mundo esperaba, ansioso, ver el piano en acción. Se levantó el telón y empezó la función.
Entonces, ante el asombro del público, las notas sonaron desafinadas. El pianista, desconcertado, intentaba una y otra vez recuperar el control, pero cada intento era peor. Hasta que, en un momento, la tapa del piano cayó de golpe, atrapándole las manos.
El director ordenó bajar el telón y pidió disculpas al público. Mientras tanto, el médico atendía al pianista, que temía no volver a tocar nunca más.
Fue entonces cuando uno de los operarios se adelantó:
—Este piano no merece terminar deteriorado. Somos responsables de su cuidado, y todos cargaríamos con la culpa. Déjenme intentarlo.
—¿Tú sabes tocar el piano? —preguntó el director, incrédulo.
—Soy quien lo cuida. Lo conozco como a mí mismo.
La convicción en sus palabras fue tal, que el director, tras dudar un instante, asintió:
—Pues peor no podemos quedar. Adelante.
Se lo comunicaron al público, y el operario se sentó frente al piano. Empezó a tocar una pieza desconocida, pero la música que brotó era como un canto de ángeles. Las teclas subían y bajaban con una precisión y una emoción magistrales.
Al final, el público, en pie, aplaudía sin parar.
El operario, señalando el piano, se acercó al director y confesó en voz baja:
—Yo no sé tocar. El piano... ha tocado solo.
Mientras dirigía los aplausos hacia el instrumento, añadió:
—La luz o la oscuridad que llevamos dentro, tarde o temprano, toma el escenario y queda expuesta... con o sin ayuda.
Todavía, en ese teatro, se cuenta la historia. Nadie sabe qué sucedió. Nadie ha encontrado una explicación.
El otro pianista nunca volvió a tocar en ningún sitio. Se retiró en silencio.
Fecha: 29 de abril de 2025
Autora: Mariadel
Fecha: 29 de marzo de 2025
There was never another way - Autor: Miguel Montaraz
I know you're not here anymore— you left when I failed.
But not because I failed. There was never another way.
I tried to rebuild the story a thousand times, traced back every step, searched for cracks I could seal— but there were fixed rocks that wouldn’t move.
They shaped the river and forced its path toward the ocean— where I lost you forever.
Fecha: 24 de marzo de 2025
Un Canto a la Vida - Autora: Mariadel
No hay compositor que haya sido capaz de escribir una melodía, con sus agudos y graves, que compita con la de un bebé al nacer.
En ese momento, Carmen estaba en el paritorio, a punto de recibir a su bebé.
El silencio era absoluto; solo se oían las indicaciones del ginecólogo y la respiración acompasada de Carmen. Dos enfermeras le agarraban las manos, y otra le secaba el sudor de la frente.
—¿Falta mucho, doctor? —preguntó Carmen, arrepentida de haber pedido que no le pusieran anestesia.
—Tranquilícese y antes terminamos —respondió el médico, aunque tampoco estaba seguro de cuánto faltaba.
Fuera, su marido daba vueltas en el pasillo.
—¿Le está sacando brillo al suelo? Lo está dejando brillantito —bromeó un enfermero, riendo.
El marido no le contestó, pero por dentro no le hizo ninguna gracia.
Mientras, en el paritorio, los enfermeros intentaban tranquilizar a Carmen haciéndole preguntas.
—¿Cómo le va a poner al niño? —preguntó una de las enfermeras.
—¿Alberto? —contestó Carmen con media voz.
—Alberto se está haciendo de rogar —dijo la enfermera, sonriendo.
En ese momento, el médico anunció:
—¡Alberto ya está aquí, asomando la cabecita!
Entonces, lo cogió en sus manos, esperando el canto de bienvenida. Pero Alberto no reaccionaba. Se hizo un silencio tenso en la sala. El médico, viendo la situación, optó por darle unas palmaditas, y en ese momento sonó la melodía más bonita que cualquiera de los presentes había oído.
Alberto llegó con fuerza; lo único que pasaba era que estaba asustado de ver tanta gente y pensaba si sería mejor volver y quedarse tranquilito en la tripita de mamá.
Roto el silencio, todo pasó, y empezaron a felicitar a la madre, que no paraba de llorar. Al equipo médico, después del susto, también se le escapaba alguna lágrima.
—Al fin, Alberto ya está en el mundo —susurró una de las enfermeras, emocionada.
¿Qué vida le espera? No lo sabemos, pero le deseamos una vida bonita y feliz.
Fecha: 3 de noviembre de 2024.
