Llego al vagón. Me siento entre extraños. Pretendo ser uno de ellos, aunque no lo soy.
Mantengo la mirada fija al frente, tratando de calmarme y evitando el contacto visual con otros pasajeros.
Al fondo del vagón, a mis espaldas, entra el revisor. Avanza lentamente por el pasillo.
Miro el reloj. La frontera con Francia parece alejarse, en lugar de acercarse.
Fecha: 16 de noviembre de 2024.
En el silencio del piso franco, observaba las noticias en la televisión. Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Estaba espiando para el bando equivocado?
Todo en lo que había creído se desmoronaba, mientras cerraba los ojos ...
Fecha: 12 de noviembre de 2024.
Cada sábado, un grupo de amigos de la infancia se reunía para planear una nueva aventura. Intrépidos y apasionados por el riesgo, esta vez decidieron zarpar en una barca con motor y velas. Sin embargo, a pesar de las advertencias del capitán de usar el motor en caso de emergencia, ellos insistieron en que solo el viento sería suficiente para guiarlos.
La travesía avanzaba con emoción, hasta que, de repente, un remolino surgió en su camino. Aun con el peligro inminente, se aferraron a las velas, convencidos de que el viento los salvaría. El mar, implacable, los envolvió en su giro violento y, sin tiempo para reaccionar, la barca desapareció en las profundidades.
Horas más tarde, la embarcación emergió a la superficie con un aire inquietante: las velas estaban plegadas, y el motor, ahora en marcha, la dirigía sola hacia la orilla. No había rastro de los muchachos en los alrededores.
En una playa desierta, diferente a la de partida, los amigos recobraban el sentido, aturdidos y sin recuerdos claros de lo sucedido. Al mirar al mar, vieron un grupo de delfines observándolos en silencio. Al notar que despertaban, los delfines se sumergieron y emprendieron su regreso mar adentro, dejando a los jóvenes con una lección imborrable: el mar guarda misterios que nadie puede controlar, no dejes tu destino en manos de nadie.
Fecha: 11 de noviembre de 2024.
El joven Jonás, grumete en su primer viaje, sintió alivio al divisar tierra tras días a la deriva. Reconoció la silueta de su pueblo, sus playas y su puerto… o eso pensó al principio.
Al desembarcar, algo lo inquietó: las antiguas casitas de madera de su pueblo habían dado paso a torres de hierro, y en el puerto, había grandes navíos metálicos, que con sus zumbidos y destellos, parecían observarlo como si él fuera la curiosidad. Todo era familiar y a la vez irreconocible, como si el tiempo hubiera avanzado décadas mientras estuvieron perdidos en el mar.
Fecha: 8 de noviembre de 2024.
«Por última vez, a todos los que están escuchando ahí fuera. Debemos evacuar a la gente por aire de inmediato. El volcán entrará en erupción en breve. Después, será demasiado tarde para usar nuestros helicópteros y abandonar la isla. Les digo la verdad, el mar no es una opción... Ha estado esperando durante tanto tiempo su oportunidad de venganza que no nos dará la posibilidad de escapar por mar... El Kraken no toma prisioneros, no deja supervivientes».
Fecha: 1 de noviembre de 2024.
Cada invierno seguía el mismo sendero de camino a la ciudad en busca de provisiones. Llegué a pensar que podría hacerlo con los ojos cerrados... ¡Qué equivocado estaba! Bastó un pequeño despiste, y al cabo de unas horas me encontré perdido en lo más profundo del bosque.
Al caer la noche, pude vislumbrar en el cielo el rastro de humo que dejaba un fuego encendido. Este rastro me llevó hasta una casa de piedra con chimenea, de aspecto abandonado.
Por unos segundos, dudé. La puerta estaba entreabierta, y en el interior parecía que no había nadie. Entré. En la chimenea, un gran cazo comenzaba a hervir. El olor que desprendía era el propio de un buen guiso.
Sin tiempo a reaccionar, oí la puerta cerrarse a mis espaldas. La dueña de la casa había regresado.
Su hospitalidad, era impecable; sin embargo, tuve claro desde el momento en que la vi, que nunca más saldría de aquel bosque... al menos, no con vida.
Fecha: 31 de octubre de 2024.
Mariadel
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